TEORIA DEL ORIGEN DE LA VIDA

ESPECULACIONES Y EXPERIMENTOS RELACIONADOS CON LAS TEORÍAS DEL ORIGEN DE LA VIDA: CRITICA

«Los que trabajan en el problema del origen de la vida tienen que hacer a la fuerza unos ladrillos sin mucha paja, lo que explica en buena parte el hecho de que se miren estos estudios con muchas sospechas. Las especulaciones son necesariamente prolíficas, y a menudo disparatadas. Algunos de los intentos de dar cuenta del origen de la vida en la Tierra, a pesar de ser ingeniosos, han tenido mucho de literatura de ficción y poco de las inferencias teóricas de aquella clase que puedan ser confrontadas con evidencia observable de una u otra clase». News and Views, Nature, Vol. 216, p. 635 (1967).



INTRODUCCIÓN

Mora ha dicho: «... cómo se originó la vida, me temo que desde Pasteur esta cuestión no está dentro del terreno científico» (1). Pasteur había realizado los experimentos que fueron aceptados como la prueba definitiva de que la vida no se podía originar espontáneamente (en la antigüedad se había creído, por ejemplo, que los pantanos originaban espontáneamente a las ranas, que los gusanos se formaban espontáneamente de la materia en descomposición, y que de alguna manera las bacterias se formaban espontáneamente en un caldo nutritivo). Bernal apoyó esta afirmación de Mora cuando dijo, en una discusión del trabajo de Mora: «El doctor Mora ha demostrado que los principios de la ciencia experimental no son aplicables en las discusiones sobre el origen de la vida, y desde luego no se pueden aplicar a ningún problema sobre orígenes» (2). Lo que estos hombres están afirmando es que ninguna discusión o experimento relacionado con el origen de la vida puede tener validez científica. ¿Por qué? Sencillamente, debido a que no hay ninguna evidencia física relacionada con el origen de la vida. Aun si la vida hubiera tenido su origen en algún proceso evolucionista, no tendríamos en la actualidad ningún registro de este proceso que pudiéramos estudiar. Cualquier compuesto químico orgánico que se hubiera formado abiogenéticamente (antes de que apareciera la vida) hubiera quedado metabolizado hace mucho tiempo por los organismos vivientes que se originasen a continuación. Sencillamente, cualquier evidencia que hubiera podido existir del origen de la vida y que hubiese quedado después de completar el proceso hubiera sido eliminada.

Simpson ha dicho: «Es inherente en cualquier definición de ciencia que las afirmaciones que no puedan ser comprobadas por observación no son gran cosa ... o, por lo menos, no son ciencia» (3).

Nadie fue testigo de este suceso y nadie conseguirá obtener una evidencia directa relacionada con los orígenes de la vida. De esta manera, ninguna investigación, por refinada que sea, conseguirá que esta área de pensamiento pase más allá de un plano marcadamente especulativo. Los científicos estarán siempre postulando lo que pudiera haber sucedido, pero jamás serán capaces de responder a la pregunta de qué es lo que realmente sucedió. Sencillamente, las especulaciones y los experimentos acerca del origen de la vida se hallan fuera del ámbito de la ciencia. No obstante, el hombre siempre ha especulado en cuanto al origen de la vida. Para revisar las especulaciones primitivas, ver Oparín (4), Keosian (5) y Dauvillier (6). A lo largo de las dos últimas décadas, un número creciente de científicos se ha dedicado a estudiar seriamente esta cuestión. Se ha multiplicado el número de publicaciones científicas tratando este asunto y se han celebrado varios simposios internacionales sobre el origen de la vida.

La mayor parte de los investigadores mantienen la convicción de que en el origen de la vida no estuvo envuelta ninguna acción sobrenatural, sino que su origen estaba inherente en las propiedades de la materia bajo las condiciones que han existido en la tierra desde su formación. A menudo se presenta el rechazo de cualquier intervención sobrenatural en el origen de la vida como la base para aceptar una hipótesis materialista. Así, Schafer ha dicho: «...dejando a un lado como carente de base científica la idea de una intervención sobrenatural en la primera producción de vida, no estamos tan sólo justificados en creer, sino obligados a creer, que la materia viviente tiene que deber su origen a causas de carácter similar a las que han servido para producir todas las otras formas de materia en el universo, en otras palabras, a un proceso de evolución gradual» (7). Para el materialista, el hecho de que la vida existe constituye prueba suficiente de que hubo una evolución. Sin duda alguna, una mayoría de científicos cree que el origen de la vida se debió a un proceso evolutivo natural. No obstante, hay una minoría significativa que está en desacuerdo. Incluida en esta minoría están los miembros de la Creation Research Society (Sociedad para la Investigación de la Creación), ninguno de los cuales acepta la teoría general de la evolución (8).

La hipótesis materialista, tal como la bosqueja Keosian (5), aplica las leyes naturales a la explicación del origen de la vida. Empezando con la síntesis abiogenética de compuestos orgánicos, esta teoría propone que el origen de la vida fue el resultado de una serie de pasos probables de creciente complejidad, que llevaron inevitablemente al estado vivo. Esta teoría contempla el origen de la vida no como un remoto accidente, sino como «el resultado de la evolución de la materia a niveles más y más altos a causa del desarrollo inexorable, en cada etapa, de todas sus potencialidades inherentes para llegar al siguiente nivel» (9). Aquí parece haber algún desacuerdo entre los evolucionistas, no obstante, en lo inexorable que fuera el paso de la materia a niveles más y más altos hasta que apareció la vida. En tanto que muchos están de acuerdo con Keosian en que, dadas las propiedades de la materia y las condiciones postuladas para la tierra primitiva, y con el supuesto de que se dispuso del tiempo necesario, entonces el origen de la vida era inevitable, hay otros que están en desacuerdo. Urey ha dicho: «... la evolución a partir de sistemas inanimados, p. ej., de compuestos bioquímicos como las proteínas, los carbohidratos, los enzimas y muchos otros, desembocando en los intrincados sistemas de reacciones que caracterizan a los organismos vivientes, y en la realmente asombrosa habilidad de las moléculas de reproducirse a sí mismas, parece casi imposible a los más expertos en este campo. De modo que un intervalo de tiempo de unos dos mil millones de años desde el principio hasta llegar a la fotosíntesis puede ayudar a muchos a aceptar la hipótesis de la generación espontánea de la vida» (10). Simpson dice, en su artículo sobre el no predominio de humanoides en el universo: «Tan sólo la seguridad astronómica de que puede haber muchos millones de planetas de características terráqueas nos permite suponer que el origen de la vida verdadera, esto es, de la vida celular, puede haber sucedido más de una vez» (3). Si el origen de la vida en la tierra era inevitable en el tiempo disponible, entonces es lógico pensar que la vida se haya originado inevitablemente en cada planeta terráqueo. Pero Simpson no puede aceptar esta idea.

La hipótesis del origen de la vida que sostienen la mayor parte de evolucionistas contemporáneos, y la que sostiene Keosian, contiene varias consecuencias importantes. Se ha abandonado la antigua idea de que el origen de la vida fuese debido a una estructuración casual y repentina de la materia. La mayoría de los investigadores reconocen en la actualidad que la probabilidad de que esto sucediese es cero. En lugar de un origen de la vida por un proceso de un solo paso de pura casualidad, se contempla el origen de la vida como resultado de una larga serie de episodios que precisaron de muchos cientos de millones de años. Y se mantiene que la probabilidad de cada una de estas etapas, aunque baja, tenía algún valor finito.

Otra implicación importante de esta teoría es que el origen de la vida se debió tan sólo a las propiedades de la materia. Ahora bien, las propiedades de la materia sí que son susceptibles de investigación, y, en tal caso, la materia debería tener las propiedades que la teoría implica, si la teoría es correcta. Por ejemplo, si la materia ha evolucionado inexorablemente hacia niveles más y más altos, entonces una de las propiedades básicas de la materia tiene que ser una tendencia de dicha materia a organizarse a sí misma a niveles más y más altos. Si ésta es una propiedad de la materia, deberíamos ser capaces de diseñar experimentos que nos lo demostrasen. Si el origen de la vida incluyó una molécula con propiedades de autorreproducción, esto es, una molécula capaz de reproducirse a sí misma sin la ayuda de otras moléculas, esta capacidad de autorreproducirse se hubiera debido tan sólo a las propiedades de la materia y a su organización en la molécula, y esta molécula debería ser tan posible en la actualidad como lo fue hace dos mil millones de años. Deberíamos ser capaces de descubrir esta molécula en la naturaleza, o bien deberíamos ser capaces de construir una. Se postula que los complejos polímeros que se hallan en la célula viviente, tales como las proteínas y los ácidos nucleicos, se originaron espontáneamente a partir de las subunidades de las que están compuestos bajo las condiciones existentes en la tierra primitiva. Esta polimerización se hubiera debido tan sólo a las propiedades de la materia que componía a las subunidades y al polímero bajo las condiciones postuladas. Estas propiedades se pueden investigar y se están realizando intentos en este sentido.



Se puede considerar un enfoque materialista del origen de la vida en diversas etapas de la siguiente manera:

1. Construcción de un modelo verosímil del mundo primitivo.

2. Descripción de las reacciones químicas que pueden haber ocurrido bajo las condiciones postuladas en el modelo anterior, y la naturaleza de los compuestos químicos sencillos que se hubieran acumulado en cantidades significativas como resultado.

3. Descripción de la formación, bajo las condiciones postuladas anteriormente, de compuestos complejos biológicamente importantes, tales como ácidos nucleicos y proteínas, y su acumulación en cantidades significativas.

4. Descripción del origen de sistemas metabólicamente activos estables y complejos que estuviesen compuestos de proteínas «biológicamente activas» (como los enzimas), ácidos nucleicos, y otros compuestos metabólicamente activos, como los coenzimas y compuestos de fosfato de alta energía.

5. Descripción del origen de la primera unidad completamente independiente, estable y autorreproductora, la primera célula viviente.

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